Bosques, redes inteligentes
- CeA
- 18 may 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 11 sept 2020
Llamamos árbol al ramaje que vemos por encima del suelo, sin embargo la parte más poderosa de este ser vivo, se encuentra bajo tierra, aunque los humanos nos beneficiemos de su copa
Los arboles aumentan nuestra vibración, haciéndonos sentir bien, tanto física como síquicamente, si paseamos frecuentemente por los frondosos bosques, podemos llegar incluso a sanar de muchas enfermedades. La doctora Suzanne Simard de la universidad de Columbia británica, lleva más de treinta años investigando como se comunican los árboles. Demostró que aquellos que son de la misma especie, interactúan entre ellos y se ayudan a sobrevivir.
Cuando paseamos por un bosque, vemos un conjunto de árboles, pero es mucho más de lo que percibimos con nuestros ojos, ya que bajo tierra existe un mundo de infinitos caminos biológicos, que conectan a los arboles entre ellos y les permiten comunicarse y comportarse como un solo organismo, esto nos lleva a pensar en la existencia de algún tipo de inteligencia desconocida.
Suzanne y su equipo descubrieron que hay una red por debajo del suelo que se extiende por todo el bosque, un puñado de tierra puede contener kilómetros de diminutos hilos, estos hilos son micelios es decir, raíces de hongos que tienen una simbiosis con las raíces de los árboles. Bajo tierra las raíces se juntan con los hongos, así por ejemplo un árbol envía CO2 hacia abajo y pasa por el sistema de raíces donde los hongos que son los mensajeros envían ese CO2 a otro árbol que lo pueda necesitar, de modo que todos los arboles trabajan unidos, recibiendo y enviando gran cantidad de información y nutrientes, como si todo el bosque fuera un solo individuo. Los árboles son seres muy sociables, que hablan un idioma común, no son competidores con los de su misma especie, por el contrario se apoyan los unos a los otros, ya que tienen desarrollada una consciencia de grupo muy elevada, esta teoría también es apoyada por la bióloga Suzanne Dudley de la Universidad de Mad Master que descubrió que la planta Impatiens pallida cuando está rodeada de los de su misma especie dedica menos energía a expandir sus raíces y ocupan poco lugar, pero cuando no lo está, expande sus raíces lo más rápido posible extendiéndose a un área mayor.

Según Suzanne Simmard, los arboles tienen sentimientos y pueden vivir emociones de dolor o miedo, si uno de ellos es atacado por un insecto o por el hombre avisa a los demás para que esten preparados frente a la amenaza. El químico y zoólogo estadounidense Davey Rhoades infecto un bosque de sauces con unas orugas toxicas con la intención de que estos árboles se protegieran de ellas, para defenderse el sauce elevo el ácido clorogenico que es toxico para las orugas y estas murieron, lo curioso fue que un grupo de sauces cercanos que no había sido infectado por estos insectos también elevo su nivel ácido clorogenico ante un posible ataque, esto demostró que hubo algún tipo de comunicación entre los sauces. Algo muy similar sucede con las acacias, las jirafas mordisquean sus hojas tan solo un momento y enseguida lo dejan porque saben que estos árboles cuando se sienten atacados generan taninos que son mortales para los herbívoros y no solo eso, las jirafas ya no pueden comer de ningún árbol de ese bosque porque todos a la vez empiezan a generar ese toxico, demostrando que hubo algún tipo de comunicación.
Ya hace 20 años otro científico el francés Paul Caro observo que los robles que eran atacados por orugas segregaban más dosis de taninos con el fin de matar a las larvas, curiosamente para alejar a sus competidores vegetales, el nogal utiliza las hojas que caen de él, que al descomponerse segregan un toxico. También la doctora Suzanne Simard habla de los arboles madre, dice que son aquellos árboles, grandes y antiguos que atraen nuestra mirada cuando entramos en un bosque y curiosamente están conectados con todos los arboles a su alrededor aunque sean de diferente especie. Estos árboles cuidan de sus retoños como una gran familia, se produce una transferencia de recursos e información de los más ancianos a los más jóvenes, es una pena que las prácticas de tala existentes, ignoren el papel de los arboles madre de transmisión de conocimiento a la nueva generación. Los ecosistemas de los bosques son muy complejos a través de varios experimentos se está empezando a descubrir que el sistema de raíces de los árboles y en general los bosques son como nuestro cerebro. El cerebro humano se compone de neuronas y axones. Las neuronas se relacionan físicamente, pero también metafísicamente porque se envían mensaje s y dependen las unas de las otras. Por otro lado Stefano Mancuso profesor de la universidad de Florencia, es una de las máximas autoridades mundiales en neurobiología vegetal, Mancuso considera que las plantas son seres muy inteligentes. Para el la inteligencia es la capacidad que se tiene de resolver problemas y las plantas lo hacen muy bien, creo el laboratorio internacional de Neurobiología vegetal, en el que él y su equipo llevan 10 años investigando.

Está convencido de que las plantas son la base de la vida del hombre porque son la conexión entre el sol y la tierra.
La energía solar que nos llega es atrapada por las plantas y estas consiguen transformarla en energía química, en azúcar que es lo que los seres humanos necesitamos para poder vivir. Sin las plantas nosotros no tendríamos energía por lo que no podríamos vivir. Tras muchas investigaciones, se ha podido saber que las plantas duermen, al igual que los animales tienen un ciclo activo durante el dia y descansan durante la noche. Además se están comunicando continuamente entre ellas a través de moléculas volátiles, así cuando olemos el perfume de una flor, estamos oliendo un mensaje que la flor está enviando a los insectos o bien envía información a otras flores si se siente amenazada. Este doctor y su equipo llegaron a comprobar que las plantas perciben parámetros físicos y químicos que los animales no aprecian.
Otra investigadora revolucionaria en este campo es la doctora Mónica Gagliano del centro de Biología evolutiva de la Universidad de Western Australia. Esta doctora junto a Stefano Mancuso y el nanobiólogo Daniel Robert habla de la comunicación entre los vegetales y de los sonidos que emiten las raíces del maíz. Los seres humanos no oímos a las plantas porque se comunican con infrasonidos las frecuencias son muy bajas, pero que nos los oigamos no quiere decir que esos sonidos no existan. Cada vez hay menos escepticismo a la hora de aceptar que las plantas utilizan sonidos para comunicarse, según la física sabemos que todo vibra y produce sonido y en términos energéticos una planta menos energía en emitir sonidos que en emitir señales químicas. Según estos investigadores los vegetales tienen sensores auditivos aunque estos son distintos a los oídos humanos o al de los animales. La membrana de las células vegetales reacciona a la vibración de una forma muy similar a nuestras células humanas. Un equipo de investigación de la universidad de Oxford, descubrió que el césped y las plantas de guisantes pueden saber cuándo las plantas vecinas empiezan a tener escasez de agua y entonces deciden cerrar los poros de sus hojas aunque no les falte el agua, al cabo de unas horas si notan que la sequía no ha llegado hasta ellas los vuelven a abrir.

Otro curioso experimento lo hizo en 1966 Cleve Backster, un agente de la CIA experto en la famosa máquina de la verdad o polígrafo, se le ocurrió conectar el aparato a la hoja de una planta de su oficina y para su asombro Backster vio que en el polígrafo aparecía una línea recta algo que él conocía bien de sus muchos interrogatorios, pero el polígrafo no registraba nada más que eso una inactiva línea recta. Backster se empezó a preguntar cómo podría hacer reaccionar a la planta, tendría sentimientos, pensó que las personas muestran esas reacciones en el polígrafo cuando se sienten amenazadas. Entones se le ocurrió quemar una hoja de la planta y justo en ese momento el instrumento de registro dibujo una curva muy acusada, eran las 3 de la madrugada, no había tocado a la planta, ni siquiera se había movido, tan solo había pensado en quemarla. Acaso la planta podía leer su mente y por eso se sintió amenazada.
Backster realizo muchos más experimentos con su polígrafo, llegando a alcanzar resultados difíciles de creer, como que una planta puede identificar a el asesino de su dueño o que tienen memoria para reconocer quien las hizo daño en el pasado. La sabiduría de los árboles y las plantas son conocidas por los chamanes de todo el mundo que dicen hablar con ellos porque son los árboles y las plantas quienes les indican cuáles de ellas pueden curar alguna enfermedad.

Ya en el siglo IV AC el científico griego Aristóteles atribuyo alma a las plantas, aunque no creía que tuvieran sensibilidad, por otra parte Hipócrates, el padre de la medicina, aconsejaba a sus discípulos a hablar con las plantas, porque decía que eran ellas las que tenían el conocimiento de la curación. Mucho tiempo después ya en el siglo XVII el sueco Carlos Linneo pionero de la Botánica, afirmo que los vegetales eran como los animales solo que sin movilidad, pero a principios del siglo XX el vienes Raoul Heinrich France fue mucho más allá al afirmar que las plantas se mueven tanto como los animales, pero a una velocidad muchísimo menor.
Según un experimento realizado por la sociedad de horticultura de Londres, hablar a las plantas hace que crezcan más rápidamente, especialmente si son mujeres. Actualmente varios estudios han demostrado que los pacientes recién operados que veían árboles desde sus ventanas, sanaban más rápidamente y tenían menos complicaciones que aquellos que no los veían. También está demostrado, que los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad mejoran cuando tienen acceso a la naturaleza. Se ha podido comprobar que los vecindarios y hogares que no tienen plantas o árboles tienen mayor violencia dentro y fuera del hogar que los vecindarios más verdes creen que Puede ser porque los árboles y las plantas ayudan a reducir el nivel de temor.

Es cierto que los arboles necesitan de nuestro cuidado, pero nosotros los humanos, necesitamos muchísimo más de su contacto, para poder aumentar las vibraciones y reconectarnos de nuevo con nuestro hermoso planeta y sobre todo ahora que nos encontramos en un momento clave para toda la humanidad.
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